La satisfacción nace cuando cubrimos una necesidad física (hambre o sed) o emocional (un abrazo o alcanzar una meta).
Cuando nos sentimos satisfechos crece la confianza en nosotros mismos, más aún cuando el buen resultado ocurre gracias a nuestras capacidades y cualidades.
Algunas veces si no medimos el sentimiento de la satisfacción, puede surgir el ego (exceso de autoestima), lo que puede herir o molestar a quienes nos rodean a causa de exagerar nuestras ventajas sobre los demás.