El bullying escolar o acoso escolar es un maltrato físico o psicológico que se da entre escolares y se mantiene en el tiempo con el objetivo de asustar y someter a la víctima.
El Ministerio de Educación detectó 1.594 casos de bullying en poco más de un mes desde la inauguración de la línea abierta 900 018 018, para denunciar casos de bullying . Entre el 1.6% y el 3% de los escolares sufre acoso escolar constante y un 5.6% lo sufren esporádicamente. Una cifra alarmante ante la cual los colegios han creado protocolos de actuación aplicados con mayor o menor diligencia ante la percepción de un caso. Esta medida no parece ser suficiente para atajar la problemática.
Existen diferentes tipos de bullying: físico (patadas, empujones, golpes…), verbal (insultos, menosprecios públicos, motes…), psicológico (merman la autoestima) y social (aislamiento social). Suele estar provocado por un alumno que actúa contra la víctima, apoyado por un grupo de testigos de manera activa o pasiva.
Testigos activos, aquellos compañeros que apoyan y jalean al agresor generalmente para sentirse dentro del grupo social y obtener reconocimiento.
Testigos pasivos, aquellos compañeros que apoyan a la víctima pero miran para otro lado por miedo o preocupación de que les ataquen a ellos, para autoprotegerse.
Las consecuencias de esta situación son muy graves. El niño sometido a acoso va a experimentar baja autoestima, bajo rendimiento escolar, trastornos del sueño, psicosomáticos, trastornos emocionales, estrés postraumático, etc.. Esto marcará su desarrollo emocional posterior y en ocasiones termina en consecuencias trágicas. No nos son ajenos titulares en los medios de comunicación donde un menor ha sido hospitalizado por agresiones de sus compañeros o incluso ha decidido quitarse la vida por sentirse acosado.
Se ha convertido en uno de los problemas más graves entre los escolares y sin embargo, seguimos escuchando discursos de tolerancia al acoso escolar como: “siempre ha sido así”, “si te pegan, devuélvela”, “tu a lo tuyo”, “no te metas”. Actitudes que perpetúan la situación y muestran una falta de habilidad para la gestión emocional de la situación.
Si observamos el perfil psicológico del acosado y del acosador también nos da mucha información. Así tenemos que:
Acosado: suele ser solitario, siente vergüenza y culpa, aislado con muy pocos amigos, no es popular en el grupo, pasa desapercibido, tímido y temeroso, nervioso y preocupado, una persona que no sabe poner límites.
Acosador: agresivo, dominante, desconfiado, sin empatía, con poco control emocional, necesita llamar la atención constantemente, no sabe resolver los conflictos sin violencia.
¿Qué pasaría si dedicáramos esfuerzos en enseñar a gestionar y modular esas emociones? ¿Y si aportáramos herramientas a unos y otros para conocer, entender y modular la situación?
Pues bien, un estudio realizado conjuntamente por las universidades de Sevilla y Córdoba demostró que disponer de competencias en Inteligencia Emocional, protege al alumnado frente al acoso escolar.
Aumentar las competencias emocionales de los alumnos en las tres vertientes de la I.E. (reconocer, modular y expresar) les permite gestionar sus sentimientos y los de los demás en la dirección adecuada, reconduciendo las respuestas que dan ante el acoso.
Por ello, es fundamental invertir en la formación del profesorado , incorporando de manera transversal la inteligencia emocional en el aula para revertir la violencia escolar.
«Si los niños viven con aprobación, aprenden a valorar…
Cuando niños sienten seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos…
Si los niños observan amabilidad y consideración, aprenden a respetar a los demás…
Si los niños viven con afecto, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir…»
DOROTHY LAW NOLTE