Cáncer y Educación para la Salud

 

Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer que se celebró el pasado 4 de Febrero, una gran cantidad de cadenas de televisión, revistas y programas de radio se han hecho eco del preocupante incremento de casos de cáncer en los últimos años de los cuales el 35% son secundarios a los hábitos de vida. Por ello, todos los profesionales insisten en la necesidad de hacer hincapié en la importancia de la prevención a través de los hábitos de vida saludables.

Los niños deben ser objeto de la máxima atención en el desarrollo de programas de Educación para la Salud por lo que suponen una inversión para el futuro en la calidad de vida de la sociedad en la que viven. Por ello es muy importante que estos aprendizajes se realicen ya desde edades tempranas y en todos los ámbitos del menor, fundamentalmente la casa y la escuela, los dos ejes fundamentales donde se desenvuelven los niños.

La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ha presentado las conclusiones del primer estudio sobre la situación de la Educación para la Salud en los centros de primaria y secundaria. Los resultados impelen a tomar decisiones al respecto ya que el 60% de los centros escolares (tanto públicos, privados y concertados) dedican alrededor de una hora al mes a Educación para la Salud. El 88% de los profesores, consideran que esta materia debería impartirse en horario lectivo por expertos ajenos al centro.

Sin embargo, un aspecto que llama la atención son los programas inconexos que presentan en cada centro. En unos se tratan aspectos de nutrición y ejercicio físico, en otros se centran en educación emocional, en prevención drogo dependencias, etc. Se necesitan programas cohesionados, que incluyan todos los aspectos de la persona.

El desarrollo del cáncer depende de muchos factores, (la alimentación, el ejercicio físico, la contaminación…) pero también depende de nuestras emociones, de nuestra manera de gestionarlas y de afrontar los conflictos.

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El estrés es una reacción natural del organismo ante una situación de “peligro” en la que el cuerpo libera cortisol, adrenalina y otras sustancias inflamatorias, al sistema nervioso. Esta situación prolongada en el tiempo, favorece la aparición de todo tipo de enfermedades incluida el cáncer. Por otro lado, se sabe que el reír y tener una visión positiva se relaciona con la liberación de “endorfinas” llamada la hormona de la felicidad que aumenta el sistema inmune.

En este sentido, la prevención del cáncer se ha centrado tradicionalmente en los aspectos biológicos de la enfermedad. Sin embargo, según se va desarrollando el conocimiento del papel de las emociones sobre cada uno de los aspectos de nuestra vida, comenzamos a ser conscientes de la importancia que tienen tanto en el desarrollo de la enfermedad como en el pronóstico de esta una vez instaurada.

Por tanto, la importancia de conocer y gestionar los sentimientos para tener una vida emocionalmente estable, solucionando conflictos de manera adecuada pasa a ser un factor importante que debe ser incluido en las campañas de prevención contra el cáncer y de Educación para la Salud.

Tal y como señala Jaime Rodríguez, director del Área de Programas de AECC, para mejorar estos programas de Educación para la Salud, necesitamos que se impliquen tanto centros escolares como las familias porque “la falta de prevención de hoy, serán los casos de cáncer del futuro”.

Al formar a nuestros hijos en la gestión de emociones, no solo les estamos aportando herramientas para ser más felices, sino estamos dándoles salud y calidad de vida.

 

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